Planificar mi jubilación me enseñó que el optimismo mal calculado puede salir muy caro

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✍️ Cuando empezamos a pensar en la jubilación, lo primero que solemos hacer es echar mano de las rentabilidades históricas de las inversiones, pensando que si la bolsa ha dado un 9% anual durante décadas, podríamos esperar lo mismo a futuro.

Con el tiempo y algo más de información, me di cuenta de que uno de los mayores fallos que podemos cometer al planificar nuestra jubilación es creer que todo seguirá funcionando como hasta ahora. Y si algo debemos saber, es que en finanzas no hay garantías eternas.

📉 Error 1: Suponer que las inversiones darán lo mismo que en el pasado

La bolsa ha ofrecido buenos resultados a largo plazo, sí, pero también ha tenido periodos complicados. Basta mirar la llamada «década perdida», entre 2000 y 2009, cuando el principal índice estadounidense (el S&P 500) tuvo rentabilidad negativa. ¿El problema? Que muchas acciones estaban muy caras al principio del periodo. Es como comprar algo inflado de precio y esperar que suba aún más.

Varios indicadores –como el ratio precio-beneficio ajustado de Shiller o el Price/Fair Value de Morningstar– nos pueden dar una estimación sobre si el mercado se encuentra barato o sobrevalorado. El primero compara el precio de las acciones con los beneficios empresariales promedios de los últimos 10 años, ajustados por inflación, lo que permite tener una visión más estable del valor real del mercado. El segundo, por su parte, compara el precio actual de las empresas con el valor estimado que realmente deberían tener, según análisis fundamental.

💸 Impacto positivo: El ajuste de expectativas nos lleva a tomar decisiones más realistas, como ahorrar un poco más cada mes o diversificar mejor nuestras inversiones, combinando bolsa y productos más conservadores.

📌 Error 2: Pensar que la inflación no va a cambiar

Otro fallo es subestimar el efecto de la inflación. Si ahora mismo está en torno al 1,5% en España (según el IPC de septiembre de 2024), puede parecer que no es importante. Pero ¿y si dentro de unos años se dispara al 4% o al 5%? Nuestros ahorros valdrían menos, y eso nos obligaría a trabajar más tiempo o reducir mis gastos justo cuando más los necesitamos.

Para prevenirlo, podemos hacemos nuestros cálculos con una inflación estimada superior, por ejemplo del 3%. Y también podemos ajustar nuestras previsiones en función de nuestros hábitos de consumo. Por ejemplo, sabemos que cuando nos jubilemos gastaremos más en ocio que ahora, y menos en vivienda, porque ya no tendremos hipoteca.

⚠️ Connotación negativa integrada: Lo complicado de estos errores es que, si los cometes, luego no hay mucho margen para corregir. A ciertas edades, no siempre puedes optar por volver al mercado laboral o reducir drásticamente tus gastos. Por eso, es preferible ser conservador ahora que lamentarlo después.

🔚 Conclusión:

Planificar la jubilación no es cuestión de tener una bola de cristal, sino de usar el sentido común. Es mejor equivocarse por prudente que por exceso de optimismo. Ajustar expectativas y ser consciente de los riesgos nos permite tomar decisiones más responsables y proteger nuestro bienestar futuro. Porque, al final, de lo que se trata es de poder vivir con tranquilidad cuando llegue el momento de descansar.

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